Os vi como la vida misma (Liras)
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En vuestro holgado asiento
vi a las aves trinando distendidas;
abierto a un nuevo evento
con ramas bien vestidas
le ofrecisteis cobijo a nuevas vidas
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Vi el paso de las horas,
cayendo sobre un suelo almidonado
de otoñales auroras;
con el aliento helado
vi al invierno soplando a vuestro lado.
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Os vi desprotegido
y me dije en silencio, qué tristeza,
el frío os ha vencido,
quedasteis de una pieza
desnudo y carente de firmeza.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.
Matilde (Liras)
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Mi añorada Matilde…
fue un amor, juvenil y transparente;
más sencillo que humilde
más dócil que doliente,
con un quiero y no puedo intermitente.
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Fueron años de escuela,
con lápices de todos los colores,
miradas con cautela
y miedos interiores
para no despertar falsos rumores.
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Besándonos de lejos
con la inocencia al lado y el pudor,
solo nuestros reflejos
jugaban al amor,
con el tiempo de mero espectador.
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Antes de madurarse
nuestro amor, se perdió por el camino;
apenas sin quejarse
nuestro novel destino
dejó solo un recuerdo cristalino.
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Fuimos el aire fresco
que suelta el abanico en su cruzada,
un vaivén pintoresco
y a la desesperada
que al final no dejó de fresco nada.
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Fotografía y poema Ramón Bonachí.
Pícara sonrisa (Liras)
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Desde un bello vergel
(que lleno está de pícara hermosura),
como un panal de miel
repleto de dulzura,
asoma la sonrisa fresca y pura.
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Tiene un halo que inspira,
incita a disfrutar a estar atento
de un júbilo que gira
y ofrece su momento,
sin salir de su mágico aposento.
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Ese gesto que atrapa
de mejilla a mejilla todo un mundo,
con placidez destapa
todo un sentir profundo
que se agranda segundo tras segundo.
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Con alegría plena
y esa risa que gusta y que enamora,
el entorno se llena
de calidez sonora,
le da vida a mi vida y la decora.
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Fotografía y poema: Ramon Bonachi.
Ese que está en brazos de su madre con cara de asustado, soy yo, hace ya de eso... sesenta y tantos años. Todo sigue su curso pero quedaron muchas
cosas en el camino que llenan de lágrimas los ojos cuando ves que faltan besos y abrazos en estas fechas.
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Me pesa el sentimiento (Liras)
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Mientras un año más
se acerca con el vientre bien hinchado,
lo que queda detrás
son restos del pasado,
y viven sin vivir a nuestro lado .
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Lo nuevo se presenta
con el frío, colgando en la cornisa,
quizá más de la cuenta
nos muestra que deprisa
se añora una mirada, una sonrisa.
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Me pesa el sentimiento,
incluso hasta los párpados me pesan.
Sin más, cierro este cuento,
mas entonces regresan
los momentos vividos, me atraviesan.
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Inesperadamente,
calientan cuando queda el nido frío,
transitan por mi mente
después del griterío,
dejando mudo todo lo que es mío.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.
Turbados por lo incierto,
dudamos de la mano que se ofrece,
en pos de un cielo abierto
la vida sigue y crece,
junto a rosas y ortigas, tal parece.
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Sospechas y preguntas
se repiten de nuevo en cada esquina,
con las manos bien juntas
el rezo nos domina,
con un interrogante que no opina.
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Y aún así inventamos
valores para dominar el miedo,
incluso nos lanzamos
a indicar con el dedo
al posible profeta de este enredo.
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En cada comunión
hay una frase nueva adulterada,
dicen que la ilusión
impuesta u obligada
al final, solo actúa de invitada.
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Hay ortigas y rosas
según sea el camino que escojamos,
quedarán pocas cosas
luego cuando muramos,
quizá solo los huesos que enterramos.
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¿Quién puede responder?
y que no sea un sabio distinguido,
está todo por ver,
pues todo el que se ha ido
no ha vuelto para hablar largo y tendido.
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Todo son opiniones tras la muerte , mas nadie tiene una respuesta exacta, solo el deseo de un algo más nos da algo de esperanza.
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Fotografía y poema Ramón Bonachí.
Benditos y malditos momentos
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Benditas las pasiones
que no se rajan cuando pintan bastos;
las buenas intenciones
metidas en atascos,
y expertas en tormentas y chubascos.
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Benditos esos besos
que aparecen pasada la marea;
los que llegan ilesos
cuando frío golpea
y la ilusión apenas parpadea.
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Bendita la mirada
que intenta que el fulgor nunca se pierda;
la cara ilusionada
aunque la pena muerda
y deje solo ceros a la izquierda.
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Malditos los colores
que de espaldas son todos diferentes,
los tratos con dolores,
los gritos consecuentes ,
en bocas maltratadas e inocentes.
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Maldito el desamor
que se posa en el iris del más ciego,
maldito el mal olor
del me voy... hasta luego,
que a veces quema tanto como el fuego.
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Y malditos los ojos
de quien regala un beso que no empaña,
las púas y rastrojos
del amor cuando daña.
Maldita el alma suya cuando engaña.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachi.
La amistad (Liras).
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Así soy yo de entera,
soy presente, futuro y soy pasado,
soy cálida y sincera,
el apoyo adecuado
cuando todo parece complicado.
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Así soy de ligera;
soy el paso certero y anhelado ,
el sol en primavera,
el calor deseado
contra el frío, si llega inesperado.
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Así soy , dentro y fuera
de este mundo invisible o figurado;
me entrego a la primera
a gusto y de buen grado,
porque soy de un valor considerado .
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.
El cuento del gallo . Liras
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Callo al llegar la noche
con mi agudo clarín, siempre en caliente.
No suelto ni un reproche,
mas siempre estoy presente
por si acaso aparece un delincuente .
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Suave como la seda,
la paja calmará todo mi anhelo;
hasta que no interceda
el sol y se abra cielo,
no puedo alzar la voz ni amar revuelo.
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Atada en zona oscura,
dejaré mi imperiosa rebeldía
y mi esbelta figura,
sola, sin compañía,
pues es hora de hacer solo de espía.
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Mi pecho acurrucado
despertara al dormirse el de la rana.
Con la luz a mi lado
y un buen toque de diana…,
colorín colorado, hasta mañana.
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fotografía y poema : Ramón Bonachí.
Liras al vino
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De aromático olor,
con el néctar rozando lo divino,
celebró su color
oloroso y genuino;
brindemos por quien puso nombre al vino.
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De dioses compañero,
pasajero en la boca del humano,
sea en cristal o cuero,
mas siempre de la mano
del griego, del francés o del romano.
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En la boca es un mundo
de placer, de deleite o bien de olvido.
Depende en lo profundo
del cuidado exigido,
de la paz y el sosiego sostenido.
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Gozar en cuerpo y alma
del vino y su agradable compañía
se debe hacer con calma.
y amena sintonía
como un beso preñado de ambrosía.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachi.
A un olmo seco ( Liras)
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Pobre de mí, nací
a la vera de un río sin historia,
cuyo nombre aprendí
porque un poco de gloria
retuve, por ventura, en la memoria.
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Crecí con tanta ganas,
que llené la rivera de sombrío,
con las hojas tempranas
no me importaba el frío,
ni que el agua corriera por el río.
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Benditos los momentos
que pude disfrutar a gran altura,
con las nubes, los vientos,
y toda esa frescura
que atesora la fuerza mientras dura.
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Los ocres y dorados
del otoño, añoraban el revuelo
de momentos pasados ,
¿y cuál fue el desconsuelo?...
ver hojas amarillas en el suelo.
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El invierno es tan largo
cuando los huesos quedan al desnudó
que lo dulce, es amargo,
y lo amargo un grito mudo
que suele producir dolor agudo.
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Ay! de mi, nada y poco
queda, de aquel primor de árbol que fuera,
ya no quedan tampoco
más hojas a la espera,
solo carcoma hurgando en la madera
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Apenas se quien soy
ya viejo no me aguanto dignamente
soltando ramas voy
y bajando la frente
a la vera de un rio sin presente.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachi
A mi María (por siempre agradecido)
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Gracias mil , primavera,
por el trato y cariño recibido,
déjame que te quiera
tal como me has querido,
y me sienta por siempre agradecido.
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Gracias, bello verano,
por seguir mis pisadas día a día,
y no soltar la mano
del hombre que quería
seguir siendo la sombra de María.
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Gracias cálido otoño,
del momento más grande al mas pequeño
de este viejo retoño,
es grato y halagüeño
que aparezcas en cada nuevo sueño.
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Cuando seas invierno,
seguiré despertando a tu llamada
aunque esté en el infierno,
y preso a tu mirada
te amaré hasta que todo quede en nada.
Imagen de internet
EN CUERPO Y ALMA. (Liras)
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Mi casa por ventura,
es aquella que tiene la ventana
abierta, a poca altura
se habré cada mañana
para mostrar la fe que de ella emana.
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También al medio día
se cuela en ella el sol, y hay un cortejo
de paz y de armonía,
quizás algún reflejo
de luz, puede quedarse en el espejo.
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Detrás de los cristales,
no hay secretos que asomen de amarillo,
ni rincones banales,
al final del pasillo
tan solo hay el pasado de un chiquillo.
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Cuando llega la noche,
se encuentra con la puerta sin cerrar,
y deja como broche
este vivir, pasar,
en todas las paredes del hogar.
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Oh dichosa mi casa,
llena parece estar de amor sincero,
de rencores escasa,
y en la puerta un letrero
que dice, la fe en Dios es lo primero.
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Nota:
la casa: cuerpo y alma.
Amarillo: descolorido , viejo.
Tu vida es un momento
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Con tu grácil donaire
de luz y de colores, te propagas,
meciéndote en el aire.
De las flores te embriagas,
y en sus plácidos pétalos divagas.
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Tú, que vuelas inquieta,
y te sujetas cándida y dichosa
de manera discreta
sobre la bella rosa
que ofrece sus perfumes orgullosa,
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no pierdas ni un segundo,
y vive de manera acelerada,
que la vida en tu mundo
apenas dura nada
cuando sueltas tu cálida almohada.
Imagen de internet
Partículas de vida
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La luz del alba lleva
olores y partículas de vida.
El verde se renueva,
se viste a su medida,
cuando la noche anuncia su partida.
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Un crisol de canciones
rompe con el silencio acostumbrado,
y toma decisiones
sobre un monte animado,
un cielo que parece inacabado.
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esperan en el vientre
de la tierra, semillas de oro puro,
quizás alguna encuentre
en un rincón seguro,
la llave que ha de abrirle su futuro.
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Y al bostezar la tarde
el prado se transforma en acuarela,
hay un Eden que arde,
y un halo que revela,
el final de una tarde, de novela.
Curioso que la sombra
alargue su figura sin retraso,
¿será que no se asombra?
¿sera que alarga el paso?
para ser la penumbra del ocaso.
Alegre mariposa,
te vistes de fantásticos colores,
silueta misteriosa,
te mueves con temblores
y buscas pronto abrigo entre las flores.
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Luciérnaga atrevida,
regalas luz al bosque en noche oscura,
pequeña resentida,
escondes tu estatura
cuando el sol ilumina tu figura.
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Pícaro petirrojo,
despiertas cada día la mañana
te asomas con arrojo
e imagen soberana,
y trinos que me llevan al nirvana.
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Esta naturaleza
la puedes encontrar lodos los días,
es tanta su belleza
y hay tantas melodías
que en ella siempre nacen poesías.
Mi mariposa
Entonces...¿eres tú
la dama que se esconde cada día?,
¿la que es todo tabú?,
¿la que nunca fue mía
y aun así me promete compañía?
¿Acaso me equivoco?
¿No eres tú la sirena de mi sueño?
¿Mis ganas, mi amor loco?
¿Una idea sin dueño,
o el verso que persigo de pequeño?.
Mi bella mariposa
que sigues sin mostrarme tu figura,
pequeña caprichosa,
contéstame, criatura,
¿no eres tú mi placer o mi locura?
Y llegaste princesa
a unos brazos carentes de alegría,
con cara de traviesa
y plena de energía
mi casa se llenó de simpatía.
Si serás tú graciosa
que no puedo ocultar la risa al verte
vestidita de rosa.
Pequeña pero fuerte
Chanel juega conmigo y se divierte.
Esos ojos que ostenta
me miran y me piden atención ,
esa perrita atenta
con cola de ratón
espera de mi, alguna decisión.
Mi pecosa criatura
Que llenas con tus juegos mi morada,
con tu blanca figura
y graciosa mirada,
me das felicidad sin pedir nada.
AMOR
Vos aplacais mi ira,
sois un ángel enviado por cupido,
¡oh dios!, cual dulce lira,
recibo para bien vuestro sonido.
Que bella melodía
y que suerte escucharos vida mía.
DESAMOR
Yo siempre fui sincero
cuando dije, que loco por ti estaba,
tu decías, "te quiero",
mientras otro en tu puerta ya esperaba.
Al caer en tus brazos
quedó mi corazón hecho pedazos.
Pintura ...Claudio Bonachi
Bizancio, en el pasado,
un imperio ejemplar y poderoso,
mil años de reinado
de guerras y de acoso,
quedan como un recuerdo fabuloso.
Constantinopla vive,
rodeada por mágicas murallas,
a pesar del declive
sufrido por batallas,
sobrevivieron todas con agallas.
Eres tú gran señora,
la cúpula imperial de Justiniano,
aunque fue Teodora
su gran amor cristiano,
fuiste tu la obsesión de aquel romano.
Llegó la media luna
y ocupó tu cristiano cielo azul,
de toda tu fortuna
no quedó ni el baúl,
Ahora eres de turcos, Estambul.
EN LA ORILLA DEL MAR
En la orilla del mar
lloraba su desgracia una sirena.
La quise consolar,
y sentado en la arena
acabé preguntando por su pena.
─¿Por quién lloran tus ojos,
sirenita de encantos y embelesos?
¿Quién te produjo enojos?
Tal vez tus labios rojos
ansiaban complacerse con sus besos.
─"Aquí estoy por amor,
por creer en un falso caballero;
por eso mi dolor,
por eso, forastero,
te platico mis penas mientras muero".
Rompiéndose en pedazos,
el mar se la llevó con su agonía;
su recuerdo en mis brazos,
y su melancolía,
en la espuma la veo cada día.